@selinkoso
Es necesario que diga que un
juego de 1993 tiene muchas más mecánicas que gigantes jugables de esta
generación. Y es raro decirlo porque creo que nos botan mucha basura para que
juguemos con unos cuantos botones y que la animación haga lo suyo mientras que
esta esto, en una consola con menor potencia y con el espectro de publico tan
abierto.
En A links Awakening se construyó
un motor grafico donde con ciertas cosas ya puedes hacer otras tantas:
protegerte con el escudo, empujar unos erizos de mar, la espada, el arco, el
gancho que se coge a diferentes cosas, lanzar las bombas, apagarlas al
recogerlas, los interruptores, el salto, que algunos enemigos se traguen las
bombas, en fin, todos son ideas jugables que se entienden fácil y se ejecutan
con un gusto increíble. Esa es la superioridad de las mecánicas japonesas y
Nintendo pone aún mas alta la vara con todo ese gusto en la nueva adaptación y
reconociendo además que el juego de ese año ya tenia todo esto.
Además, es precioso. Con su dirección
artística logra demasiado, dibuja un universo que se podría extrapolar a otros
juegos con simpleza: revivir Oracle of Age y seasons, hacer A Link to the past de
nuevo o hacer otra historia con este Link. La perspectiva de la cámara es
sofisticada, tanto, que muestra todos los elementos del mundo en pantalla por
lo que sufre unas bajadas de frames que por su peculiaridad son muy notorias.
Son unos dioramas de plastilina que no te hace pensar en nada malo, o que no te
hace cuestionar el universo creado. Es una gran casa de muñecos donde se pueden
mover los personajes.
Pero por más que sea un juego hermoso con cosas por hacer, explorar y disfrutar de esa isla, tengo la sensación de que ya he jugado esto antes. En mi cuento de cerrar ciclos y demás es evidente que este ciclo, el ciclo de los juegos en dos dimensiones, ya lo había cerrado. Que este juego en su núcleo central, en su base más pura, en el extremo centro como dicen los derechitos, allí, sigue siendo el mismo juego del pasado que disfruté, viví y del que me enamoré. Y no, el juego es igual de formidable y todo el mundo debería jugarlo mereciendo las notas que tiene, pero me activa lo mismo de hace tanto. No me lo recuerda de hecho, es que lo siento vivo en mis manos. Es un viaje al pasado.
Nintendo ha estudiado nuestro
recuerdo y lo ha puesto en tres dimensiones. Es como revivir los eventos y los
recuerdos y ponerle coherencia en el apartado gráfico en ese salto poligonal. Donde
antes no se entendían pixeles hoy todo se entiende. Es aclarar las ideas y
hacerlas mas intensas. Un juego que planea darnos el gusto por la nostalgia,
pero además es uno que brinda la oportunidad a los niños de hoy y a los que
solo conocieron la fase Ocarina of Time, de jugar una parte simbólica de Zelda.
Actualizado, bonito y con una conciencia de si mismo mayor para hacer entender
cual es el mito y el cuento que se le tiene a Nintendo.
Pero es evidente que los remakes son en esencia un deseo de esos egoístas y no un avance en la industria. En algún punto estos juegos satisfacen brutalmente el recuerdo y la nostalgia y una vez satisfecha el jugador siempre se sienta a esperar algo nuevo y no lo encuentra del todo. Claro, es un juego respetuoso, avanzado, moderno, pero se siente, muy en el feel con el control y el ritmo, que es algo ya jugado. Es que también A Links Awakening es el Zelda más reeditado de todos y demuestra que se puede sentir ese aire de familiaridad por haberlo jugado tanto. Aunque una vez imprimidas las sensaciones, en el momento es muy fácil recordarlo, es imposible negar que está en nuestras manos y en nuestra mente. Es como si las conexiones cerebrales jugando videojuegos sean muy parecidas a volver a montar bicicleta. Y en ese recuerdo, la necesidad por innovación y nuevas construcciones cerebrales no florece. Es un problema de los remakes con mecánicas muy parecidas, es decir, cosas tan particulares con el control son prácticamente imborrables y donde se tiene de nuevo esos recuerdos, el juego toca fibras más allá de la nostalgia y nos dice el cerebro que hay algo familiar aquí.
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