Hay juegos que la prensa y
jugadores convirtieron en clásicos porque representan la cima de una industria
de desarrollo, una época y un momento. Pero hay otros que no llegaron, juegos
pequeños o medianos que alcanzaron un techo de ventas y que simbolizaron un
rato agradable en las manos de una persona que lo jugó unas cuantas horas en
sus viajes en metro. Esos juegos son un reflejo del trabajo de cientos o
decenas de personas cuyo modelo de negocio se convirtió en eso: un juego para
PSP en octubre de 2006 con el que sostuvieron a su familia o pagaron un seguro
y del cual tienen derechos laborales. Compramos muchos juegos y, aun así, es una
industria tan grande tratándose de llevar un pedazo del pastel, que ciertas obras
se han perdido en el tiempo y se quedaron con una tajada pequeña. Obras que
jugaron unos cuantos, obras que solo quedan rescatadas por coleccionistas de
esos que protegen hasta lo más minúsculo, así no tenga precio ni valor en el
mercado. Hay y habrá una inconmensurable perdida de juegos que no alcanzaron a
llegar a la cima y que serán olvidados porque es muy común ver la posibilidad
de tener a los grandes referentes como rehechos o reeditados, mientras que a los
otros no.
Hemos estado hablando muchísimo
de Gamepass y del catálogo de juegos que tiene Microsoft, pero es importante
mencionar que en ese servicio también se presenta un rescate, un rescate de
obras que iban al olvido. Juegos que lograron salir de su plataforma original.
No hay otro servicio como este en
la competencia y por ende no hay un servicio de rescate de juegos, por decirlo
de alguna forma. No hay espacio para que CAPCOM decida que tengan algo de valor
juegos antiguos encapsulados en una Psvita o en Dreamcast. Y tampoco hay
espacio por tener una lucha por derechos y deberes legales de desarrolladores,
compositores, publicadores y demás. Hacer un rescate de un juego viejo para
trasladarlo a ser jugado en nuevas consolas es un proceso que atraviesa
demasiado tiempo, dinero y recursos legales para ser puesto de nuevo, que no
resulta para nada rentable y que por ende no se puede hacer.
Los deseos de muchos pueden
atravesar la idea de que por ejemplo en una edición de consola mini como la de PlayStation
se pudiera tener todo el catálogo, pero no veo negociaciones con la actual Konami,
y no veo a Sony hablando para que se le autorice dar dinero a la antigua Eidos para
tener todos los Tomb Raider. Además, imagino deben existir un sinfín de vacíos
legales, de no responsabilidades y puertas abiertas a reclamos. También es
importante decir que la famosa retrocompatibilidad es de hecho, una limitada
cantidad de juegos que bordean casi el límite de la reedición con un trabajo
importante para actualizarlos a las condiciones de consola actuales y a una
buena resolución. Pero habrá casos perdidos en consolas anteriores a las de la
generación hd o algunos clásicos de los que no se podría tener acceso debido a
la equiparación tecnológica.
Hace unos días pensaba en
escribir un articulo sobre el hecho de que Nintendo puede hacer un game pass de
sus propios juegos o que estaba durmiendo sobre una mina de oro. Se me ocurría
que la compañía estaba cometiendo una soberana tontería al no lanzar una
consola virtual de un catalogo tan imponente como lo es el resto de Super
Nintendo, Nintendo 64, Gamecube o wii (ya sabemos lo que paso con wiiu). Pero
es que hay más: he jugado todos los zeldas, pero nunca pude jugar en
condiciones Phantom Hourglass o Spirit tracks. Es decir, no existe un catalogo
mas encapsulado que el de las consolas portátiles: cientos de juegos perdidos y
que debido a las características tan únicas de una consola portátil no podrían
ser readaptados o modificados. Perdidos debido a las fragilidades con sus
respectivas baterías. Para jugar juegos de portátil (Aria of sorrow y Dawn of
Sorrow por ejemplo) hay que adquirir una muy bien cuidada consola y más encima
conseguir el juego tan alejado del tiempo y de la referencia hasta de los
mercados negros. ¿Cuántas vueltas no di para tener un gamboy advance o
conseguir su batería?
Y la cosa no termina ahí: pese a que pueda traer solo sus juegos y los juegos con los que tiene derechos, Nintendo no podría hacerlos tan fácil. Hablamos de gameboy, juegos de gameboy color, Nintendo ds y 3ds. Luce en teoría totalmente seductor ¿Pero por qué no lo ha hecho? ¿Qué impedimentos se la han puesto encima? ¿Por qué ni siquiera regalarlos? ¿Por qué luce que fuera más rentable dejarlos perder?
Además de la rentabilidad entra
otra cuestión en juego y es que los jugadores tal vez, no están interesados. Se
podrían discutir las cifras de ventas de remakes y reediciones como por ejemplo
los de la versión de Megaman Legacy Collection o que por ejemplo el hecho de que
los jugadores ni terminan juegos recién salidos del horno, cómo podrían estar
interesados en un juego como Dead to rights, que ni es un clásico, y que no es
tan bueno.
Y si así fuera, cómo los
desarrolladores e implicados podrían hablar y tener canales para recibir ese
dinero de esos beneficios. Es que en realidad a cada paso aparece una parte de
una estructura más difícil. Puede que pese que un juego como Metroid prime
quede encapsulado en el pasado, es comprensible entender que esta es una
industria diferente a la de los libros o de la música y que carece de un
sistema general que permita jugar todo por más viejo que sea. Es un
reconocimiento de que esto es una industria interesada en la economía, en los
beneficios, en el entretenimiento y que sus características culturales en
realidad no resisten mucho romanticismo. Resulta gracioso que sea la piratería
lo que prácticamente se quede con una parte de la historia del videojuego porque
no hay más opción para todos. Gracias por leer.
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