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domingo, 1 de abril de 2018

READY PLAYER ONE SUBESTIMA A LOS VIDEOJUGADORES Y AL MEDIO


Ready Player One es una de esas películas que llaman la atención de las personas que juegan normalmente videojuegos, debido a que hay que tener un poco de conocimiento del medio para identificar muchas de las figuras que se ven por momentos en los trailers y, por ende, en la película. 

Sin embargo, cuando estos jugadores ya están sentados en la sala de cine esperando esa promesa, su público cambia por completo y se enfoca en los espectadores de siempre.  

Por lo que deja demasiado espacio a estos jugadores para que cuestionen cada tramo, segmento o idea. 

Es una película que cree conocer la verdadera naturaleza de los jugadores para invitarlos a la cinta, pero que en realidad no ha escuchado ninguna de las razones, méritos artísticos o técnicos del videojuego. De hecho, los vuelve un estereotipo. 

Durante años hemos repetido hasta la saciedad que jugar videojuegos no nos saca de nuestra realidad o de nuestras vidas sociales, familiares o laborales. No queremos escapar, no preferimos realidades alternas y no queremos preferirlas. Deseamos complementar la realidad; los videojuegos ayudan a ver cosas de nuestro entorno que antes no percibíamos. No huimos; como jugadores queremos cambiar la realidad haciéndola mejor y también diferenciamos con marcada amplitud qué es real y qué no. Los sentimientos, las relaciones, el amor no se desnaturalizan cuando estoy jugando videojuegos; por el contrario, se hacen más fuertes.

La película predispone al espectador habitual a considerar que meterse en el oasis es un juguete. Los videojuegos dejaron hace mucho tiempo de ser considerados tan solo diversión o juego, y abarcan aún más experiencias humanas en la actualidad. Por lo que es más limitado menospreciar la idea de que tendremos aún más diversas experiencias jugables en el 2044 y esperemos que sean también menos subestimadas como los jugadores de ese futuro, como lo refleja la cinta.

Además, no deja de sorprenderme la cantidad de tiempo que le tomó al quinteto protagonista obtener todas las herramientas para que sean los líderes de su propia historia. Cualquiera puede ser un Wade Watts en mucho menos tiempo: las comunidades de jugadores de 2018 ya descifran enigmas con una facilidad de horas y rompen juegos en semanas. ¿Por qué habrían de demorarse más los jugadores de 2044 que serán sin duda niños aún más inteligentes que nosotros? ¿Y por qué un jugador en particular se debe tratar como un mesías, cuando hemos visto que miles de jugadores actuales alcanzan al mismo tiempo récords que parecen imposibles? No debería existir un solo mesías; siempre hay peces más grandes en la pecera, y muchos de hecho. 

Además, el oasis es un juego online absolutamente ilimitado de mecánicas, de marco de juego, de sistemas de reglas, de un compendio de respuestas causa-consecuencia, de nivelación de habilidades, de nivelación de precios, de pay for win, de licencias y de leyes entre universos de esas licencias. Un videojuego roto desde el principio con ideas anticuadas y posibilidades múltiples en el que no habría ningún reto por cumplir debido a que siempre tendríamos las de ganar si compramos un Gundam, por ejemplo.

Pero no hay nada más incómodo que el mensaje de cierre, como el de nuestras madres o padres o profesores de colegio que nunca alcanzaron a entender las posibilidades impresionantes de este medio: el concepto de que debemos limitar nuestra visión por nuestra falta de control y disciplina para los martes y jueves. Es decir que si hacemos nuestros deberes solo podemos jugar los martes y jueves. Es la consideración de siempre, que somos niños confundidos con nuestra vida y nuestra falta de madurez para sentarnos a vivir estas experiencias que no hacen parte de la realidad. 

No solo no juego los martes ni los jueves porque considere que la realidad es mejor, sino que no juego durante semanas o meses, porque sigo digiriendo un juego completado o porque simplemente no quiero hacerlo y, cuando lo hago mucho, mi edad y mis responsabilidades siguen estando ahí para que cumpla mis sueños, para que disfrute del viaje de mi realidad.

Ready Player One es una película que comparte el mismo discurso de siempre, de las personas que ven a los que juegan videojuegos como ajenas, alternas, subestimadas, infantiles, introvertidas o como de una generación separada por el tiempo y el espacio a la que hay que aleccionar. Un discurso añejo. 

2 comentarios:

McCloudKen dijo...

"¿por qué habrían de demorarse más los jugadores de 2044 que serán sin duda niños aún más inteligentes que nosotros?"
Se me ocurre otra pregunta, porque deberían ser mas listos. ¿Solo porque sí? Según en la película la gente solo se dedica a estar en ese mundo virtual, de hecho ese dinero se puede usar para pagar una casa. Buen artículo. Muy interesante.

Unknown dijo...

Creo que historicamente, estadisticamente y hasta científicamente los niños han desarrollado estrategias conjuntas al desarrollo de la tecnología para adaptarse a esta que los ha determinado a considerarse mas inteligentes en esos aspectos. También lo digo por vocacion propias, yo no tenia tantas competencias desarrolladas como un ahijado que tengo de 9 años a esa edad. Aunque claro, como el futuro es incierto, no podríamos determinar la inteligencia de esos niños.