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lunes, 29 de julio de 2013

LO HORRIBLE QUE ES COMPRAR VIDEOJUEGOS EN COLOMBIA


Queria comprar la post-pandemic edition de The Last Of us que venía acompañada de una figura de 20 cm de Ellie y Joel. Por eso me embarqué en el descubrimiento de las entrañas y, perdónenme la palabra, heces de un mercado colombiano de videojuegos, que no tiene ni la más remota idea de cómo venderlos. 
Me dirigí a almacenes de cadena. Empecé por Ktro..., Exi..., Carre..., Falab... Esperanzado en encontrar un servicio de calidad, caminaba a la sección de tecnología, que seguramente me ofrecería servicios de pago con tarjeta de crédito, cuotas, promociones y descuentos por la reserva.

No. En cada una de mis visitas tenía que rogar para que alguien se acercara a la sección de videojuegos. La persona encargada siempre resultaba ser una impulsadora de tecnología, relativamente joven, que no tenía ni la más mínima idea de lo que yo preguntaba; no sabía nada de reservas y ni siquiera entendía qué es lo que me estaba vendiendo. Por ello, a cada pregunta que le formulaba, me decía un sumiso: "Discúlpeme un momento, le averiguo", tomándose su tiempo para ir a preguntar al jefe de turno y respondiéndome que el almacén no tenía nada de lo que estaba preguntando.

Cada visita me duraba 45 minutos, con una frustrante sensación de no haber sido atendido bien, de tener precios realmente abusivos por delante y de ser un marginado. ¿Acaso no puede existir un almacén en el que, por cada pregunta que haga, el vendedor no me responda con una cara de "¡¡¿ Qué rayos está diciendo?!!"?

¿Es difícil suponer que todas estas personas son contratadas con un mínimo nivel de inglés, con el que me entiendan lo que estoy diciendo? ¿Es difícil pedir que la persona que me vende juegos sepa de juegos, juegue juegos y me atienda con buenas recomendaciones, sugerencias de géneros y beneficios de pago? Debería ser de la misma forma que cuando ponen a una señorita que sabe lo que vende en un almacén de calzado, o a un joven que vende computadores y accesorios en un almacén reconocido. Nada de eso.

Me encuentro con gente encargada de tecnología que vende de la misma forma juegos, computadores, televisores, celulares, audífonos, CDs, libros, papel crepé y hasta aspiradores de automóvil, que no sabe de nada y te trata como si perdiera el tiempo contigo.

Las mafias...

Ahora, sigo el plan B. De nuevo me voy a un san andresito. Me dirijo dos días antes del lanzamiento oficial del juego. Tengo plena seguridad de que los importadores traen y venden antes de la fecha de lanzamiento, para aquello de cobrar un poco más. He estado llamando de forma insistente con meses de anterioridad a un local que trae ediciones especiales a módicos precios. Siempre me identifico y pregunto por mi objetivo. Nadie me entiende. Decido asistir personalmente, con el efectivo en mano. Llego al sitio, no me reconocen (tras la cantidad de llamadas). Logro entablar una conversación con alguien que comprende lo que digo. Me pone en situación: 

Para conseguir una edición especial de un juego, es necesario estar dispuesto a pagar precios astronómicos y, por supuesto, ser muy paciente. NINGUNA edición especial se lanza oficialmente en Colombia y en otras regiones de Latinoamérica; toda unidad es un sobrante del mercado norteamericano, que no ha podido venderse, y que se trae por dos mecanismos.   El primero, un importador independiente, decide traer a nuestro país, con su propio dinero, varias unidades; aplica la reventa, duplica el precio para sacar ganancias, las pone en subasta y trae muy pocas. Si deseas que te la traiga, será meses después de su lanzamiento donde los precios son más cómodos. Sin embargo, me recalca que nadie va a realizar una inversión para que sea comprada por dos personas. Para que haya demanda, debe haber oferta.

El segundo mecanismo es producto de una campaña de marketing en el país. Sony, por ejemplo, se asegura de que para vender más el juego, decide lanzar una campaña publicitaria e incentiva con merchandising. Por 200.000 pesos colombianos, es decir, cerca de 90 dólares, para venderte un producto especial con el logotipo del juego, llamar la atención del jugador y hacerle desembolsar una cantidad superior a la del juego "sencillo". Si el juego que quieres en edición especial no tiene una campaña en grandes superficies, recurres al método 1. 

Vuelvo con mi historia: si no puedo esperar 2 meses a jugarlo, y no puedo pagar cerca del doble de lo presupuestado. Tomo la decisión de comprar el juego solito. Efectivamente, uno de los ayudantes de la persona que resolvió mis dudas me atiende. Me asegura que el juego lo tiene guardado en una bodega, con llave (¿?) y, como me lo está vendiendo antes de tiempo, me cobra un porcentaje más. Como era de esperar, abusa. 

Le respondo con un rotundo: NO. Armado de valor, me dirijo a todos los locales, preguntando el juego. Nadie entiende mi ingles. Algunos ni siquiera desean atenderme. Me dicen que no voy a encontrar el juego. Que ese juego no lo conoce nadie. Tras muchos locales recorridos, me topo de nuevo con uno de esos padrinos importadores.

Voz de Marlon Brando: "El juego lo trajimos el lunes (¡5 días antes del lanzamiento!). Vale tanto, y la edición especial se la traemos si hay otras 3 personas con su misma compra, para que resulte rentable".

El sujeto estaba acompañado por lo que parecía ser su esposa, medianamente conocedora de lo que vende, que aprecia a sus compradores; me explica unas cosas que no sabía acerca de los controles piratas y cómo diferenciarlos, e incluso me hizo rebaja. Le entrego mi efectivo, me regala una bolsa, una tarjeta, un número telefónico y con ello se han ganado un seguro comprador. Sin embargo, fue un calvario encontrarla.


Si algo que puede rescatarse de aquellos almacenes de cadena, fue el gran respeto con el que me trataron. Ignorantes, pero respetuosos. Sin embargo, aun con los grandes conocimientos de lo que venden, los grandes dueños del negocio del videojuego en Sanandresito me trataron realmente mal, es decir, no con insultos o cosas parecidas, sino con una gran hostilidad que hacía parecer que por sus precios les debía algo, o que por mis deseos les estaba fastidiando el día. Y no fue la primera vez que me ocurría. De igual forma, cuando buscaba un juego de Nintendo GameCube, mi deseo parecía fastidiarles, solo porque no estaba el sistema de moda. Unas por otras.

Colombian Gamer Dream.

Un mercado que vende juegos con total ignorancia, que trata a todos los juegos y todos los sistemas de la misma forma. Que tiene actitudes extrañas con compradores adultos, que no le importan las regulaciones de edad. Que clasifica como tecnología a algo que se debe tratar por separado, que tiene unos vendedores que no saben nada, que solo conocen a Mario, a FIFA y los shooters. Que no tiene promociones, ni mucho menos descuentos.

Es necesario preguntarse cómo hemos llegado a esta clase de condiciones. a partir de ir dándole tremenda importancia a vendedores desapasionados por sus productos. ¡Como no hay más que revendedores! Imagino que es muy difícil pedirle a la gente que se enamore de verdad de su trabajo, que se informe y lea prensa y artículos de videojuegos, que genere una cultura del videojuego en el que ellos se beneficien al tener más compradores mejor informados y nosotros por tener más cantidad de productos y mejores precios con vendedores informados. No hay nada mejor que ser atendido por un conocedor, con el que puedas conversar y narrar experiencias y opiniones del medio.


Todo lo que han leído hasta ahora y lo que muchos otros han vivido obedece al desinterés por fortalecer el mercado, al tropicanismo típico de todos los modelos de negocio de nuestro país. La improvisación está a flor de piel: Mientras que en el mundo el consumidor y el vendedor se están informando, el segundo más que el otro. En Colombia, el que vende y trata al videojuego como un juguete o un libro no entiende ni siquiera las recomendaciones del sistema ESRB que debería regir al país.

Es evidente que no son todos los casos, que hay locales (pocos) que tienen vendedores alegres, respetuosos, comprometidos y conocedores, que se echan sus partiditas de lo que les va llegando y que, si un juego es malo, malo, malo, te dicen sus recomendaciones personales, así no lo tengan en el propio catálogo para la venta. Que te cumple lo que promete, te da garantías y que sabe cuáles son tus preferencias de juego y las valora. ¿O será que me lo he soñado?

4 comentarios:

Gabbo the Fox dijo...

Comprendo la situación sobre el mercado gamer en este país. pero valga la redundancia que conseguir un juego es una tragedia en todos los aspectos. Hasta en los precios ni hablemos como si vendiera una joya fina o incluso un Rolex. Es más, hay que impulsar la cultura gamer si o si.

Selinkoso dijo...

Bienvenido de nuevo Gabbo. Un tragedia, con esfuerzo lagrimas y suplicas. Y si deseas tener un juego nada popular estarás perdido.

Anónimo dijo...

jajajaja...rayos. es bueno saber que hay gente que se da cuenta de las falencias que hay en el mercado de los vídeo juegos aquí en Colombia. y lo mas triste de ello es que esa falta de interés y conocimiento de los productos que venden y distribuyen se aplica a la gran mayoría de productos tecnológicos que se venden en el país,

Selinkoso dijo...

Muchas gracias por leernos, asi es, es un mercado muy dificil y malagredecido, tambien he de reconocer que muy poco rentable, aunque en los ultimos años ha tenido un crecimiento rentable y brillante. Continua visitandonos.