sábado, 14 de septiembre de 2024

AISLARSE PARA JUGAR VIDEOJUEGOS ESTANDO EN UNA RELACIÓN DE PAREJA

 

Ya tengo varios años de mi relación, consolidada, porque me vine a vivir con ella, cambiando de ciudad. Pero tengo que contar esto, una cosa que imagino que les debe pasar a ustedes en su relación: tuve una conversación sobre la compatibilización de tiempos para jugar videojuegos. 

Es decir, los que jugamos videojuegos tenemos una facultad que tal vez nadie más tiene: que podemos aislarnos del mundo, meternos en el juego durante horas sin que nada más importe. Incluso tenemos eso de la zona, donde nos metemos y no escuchamos nada. Solo sentimos el juego. Podría hacer comparaciones con otros medios, como el cine, para explicarme mejor, en el que sí se puede compartir con otros en conjunto porque su lenguaje y experiencia es muy común y porque además no tienes que aislarte; puedes guardar silencio y otros también. El cine te exige concentración, pero no aislamiento, inmersión. Los videojuegos te piden o le das soledad. 

Los jugadores de singleplayer nos vamos. Tenemos la facultad de desconectarnos y concentrarnos en lo que jugamos. A veces mi novia se ha sorprendido: puedo jugar entre 3 horas o 5 horas seguidas. Puedo seguir, puedo aprovechar mis descansos, puedo jugar cuando ella duerme. No me canso tan fácil. No cierro el proceso como se mide en las películas de 2 horas, porque, como lo he estado comparando en el pasado y en diferentes escritos, el jugar videojuegos es como leer un libro de diferentes capítulos. Es como leer una novela. 

Sin embargo, el problema es que quiero compartir con ella y quiero jugar al mismo tiempo. 

El aislamiento de los videojuegos en la soltería me sirvió para solucionar mis problemas de concentración. Los videojuegos me han permitido no perder la cabeza, solucionar problemas mentales, tener un ojo más rápido, pensar metódicamente, medir mis niveles de frustración, múltiples cosas que han servido para fortalecer mi cerebro, más las características obvias de inspiración generadas por el contacto con las ideas narrativas y de arte, producto de su inmersión y de sus ideas con el control o simplemente jugando.

Pero entonces siento por primera vez que puede ser algo que me separe, que se interponga, que me haga desconectarme de mi vida o de mi relación a la que le quiero dar toda la atención. El aislamiento jugando es, en este caso, contraproducente, y por ende he aprendido a reducir las horas de juego, a no extender mi trabajo y mi jornada, a mejorar mi comunicación y a expresar mis deseos para aislarme, sin que ella sienta que la realidad o ella me son indiferentes. Pero se convirtió en un tema porque quiero compartir mis ratos de descanso haciendo cosas que fortalecen el amor, la relación y el hogar y mi persona. 

Es una cosa que nadie te enseña, que tienes que reaprender, como tantas otras facetas de tu vida y de tú como pareja: el negociar cómo jugar y cuándo jugar y el saber cuándo se puede presentar ese aislamiento y cuándo no, el saber cuándo vas a pasar esas horas sin que te hablen o te enteres de tu alrededor, esas horas sin que cuenten contigo. Porque ese es el problema; es el problema del amor, el problema de los tiempos libres juntos, el que ella cuenta conmigo siempre y yo puede que esté en otra dimensión.

Claro, pienso que ya está hecho, que ya lo he solucionado con ella y que además es un cambio; que ella se ha relacionado con alguien que juega mucho y que me ha querido así. Tanto como para que esa conversación que tuvimos sea una señal de preservar lo que nos hizo enamorarnos. 

Pero es algo que solo nuestra generación tendría que hablar o establecer. Ningún padre o esposo antes nos entendería, nadie podría darnos consejos; es una cosa que tenemos que resolver nosotros, los que juegan muchos videojuegos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario