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sábado, 17 de julio de 2021

SAYONARA WILD HEARTS ES UNA OBRA MAESTRA

 

Sayonara Wild Hearts es un juego difícil de describir: mientras que casi todos los videojuegos beben del cine o de las novelas o algunos independientes beben de los cortos de animación interactivos, las cosas aquí parecen influenciarse de un disco de 23 temas, más que de otra cosa. Es un juego de música.  

Es el resumen de la estética del mundo queer, con una coloración fluorescente y luces de neón, un tacto para entablar estética de mundo poligonal y un carisma escogido a partir de la música electrónica moderna.

Es un álbum hecho videojuego y es lo que más lo hace especial, porque no hemos visto una cosa así antes. No es un juego musical en carriles al estilo de Guitar Hero, aunque parezca serlo, sino que sobre una vía vamos escogiendo con mucha precisión algunos tramos o espacios para coger corazones constantemente, lo que aumentará el resultado de la calificación final que premia entre el ranking de bronce, plata y oro. 

Sus mecánicas se pasan entre escoger estas rutas y hacer quick time events en el momento más musical y agradable posible, mientras te dejas maravillar por los sonidos que se unen en pantalla, entre esquivar, saltar y saber ir entre el ritmo de la música. Tal vez uno se da cuenta al final de que te has aprendido el juego de memoria, conectando un flujo muy corto de música con una secuencia animada y unos cuantos sentimientos. 

En cuanto a lo musical, a veces recuerda a Arcade Fire y siempre está generando ese feeling esperanzador y acogedor que aporta mucho más de la cuenta con sus temas electrónicos o pop sync; más que jugar con ese tipo de música, es tener el mejor uso de la música con esa nueva mecánica que inventa, que podría solo escoger como “música jugable”. 

En eso el juego gana muchísimo para la industria, debido a lo nuevo que presenta. Es una obra magna debido a su mezcla, a consolidar los juegos tan ligeros con un grado de complejidad más avanzado que los runners de un solo botón, porque innova con la narración, con la estética, con la forma de jugar, con las secuencias o tracks tan cortos o con integrar por fin al jugador a ese sentimiento melancólico, de belleza y de alegría casi reparadora, al mismo tiempo. Es el uso del poder de la música para mejorar nuestro estado de ánimo, una terapia de felicidad de cosas sencillas en una tanda de juego de 50 minutos. Brillante

***

Cuando tenía 15 años, empezamos a leer La Divina comedia en el colegio con el objetivo de entender lo que trataba de decir indirectamente Dante Alighieri sobre su vida y su contexto, recargado entre simbolismos católicos y paganos, entre el infierno, el cielo, la brujería, la sexualidad, los conflictos morales y los objetivos de la vida. 

De alguna forma muchísimo más light y preocupada por los tiempos modernos, Sayonara plantea retratar aquí el ejercicio de la representación casi biográfica y anecdótica de la vida amorosa de alguien. Es una mujer que atraviesa este viaje emocional que nos hace sentir igualmente felices y satisfechos a nosotros. Sé muy bien que el juego tiene un universo muy poco tocado en el medio y donde también hace enormes aportes desde el tarot. Pero es imposible dejar de ver relaciones amorosas, rompimientos y experiencias. Exactamente igual que los simbolismos que guardaba Alighieri y que repite casi toda obra literaria y narrativa de ahí en adelante, para poder lograr captarlas e identificarse.

Sayonara va de un corazón roto que atraviesa por una crisis profesional, laboral y romántica y que, por fin, a partir de la realización de ciertos eventos y recuerdos, busca una curación.

Interpretemos el juego.

Por ejemplo, el grupo de amigas que se convirtieron en lobas y que fueron su primer contacto con las drogas (hongos), las amigas que te enseñaron a manejar motocicleta y volaste a punta de velocidad por las calles de un mundo libre, nuevo y grande para ti. El montar patineta como señal de volver al ciclo de protección infantil, jugando al desliz de un tubo imaginario y musical; el viaje hacia otras ciudades en un automóvil descapotable como Telma y Louise; el encuentro de una novia que se convirtió durante la relación en dos personas porque tenía dos personalidades o era de signo géminis, ya que estamos, hablamos tanto de astrología. Hay cosas de la vida ahí muy fáciles de ver que se vuelven mecánicas. 

Si durante mucho tiempo el tarot, la astrología y las tendencias new age tenían un significado tan amplio en la comunidad queer, aquí el juego alcanza una línea estética y narrativa más amplia y sobre todo estructurada sobre esta. Es un juego dedicadamente femenino, incluso sin llegar a salir ningún hombre, donde no hay rompimientos estéticos o fuerza de épica, masculinidad o heroísmo de músculos. Por el contrario, hay ritmo, belleza, estética moderna y moda. No dejo de pensar en que la protagonista conoció a una desarrolladora de videojuegos que le hizo luchar mucho y adentrarse en el medio y una suegra como jefe final que le encantaba la moda de joven, incluso con un corte de cabello de Edna Moda, que luego pasó a un peinado y vestido clásico como la muerte. Fashion, pero mala persona.

Al final, siento que es una reconciliación propia; es el contacto con lo que se era en el pasado durante algunas relaciones y, además, como simbolismo, pone al final escenas de darse un beso ante el cambio y la entrega en esas relaciones, a personajes que son la misma protagonista vestida de los jefes que hemos vencido o vivido. Hay más simbologías de personas reales, donde la música ayuda a entenderlas mejor con una selección increíble y una presentación magnífica del paquete que corre tanto en celular, computador o Switch de la misma forma. Es una obra completa, perfecta, simbólica, que puede jugar cualquier persona y recibir casi las mismas cosas o más de su narración.

Por eso me parece tan obra maestra: accesible a todos los públicos, con un relato único que parte desde la perspectiva de nicho queer, o desde su estética poligonal hípster e independiente, pero que está abierta a ser profundizada, a emocionar, a rejugar y, sobre todo, a terminar (porque la gran mayoría de personas no termina los juegos).

Puedo jugarlo y terminarlo, mamá, papá, el jugador hardcore, del jugador de FIFA. Hay cosas bonitas, hay un mensaje que puede que parezca ridículo, pero que da libertad y valor por decir algo nuevo, femenino, carismático, sutil, dando valor porque tiene un nivel de dificultad manejable, con una curva clara y sencilla y unos temazos que se pueden seguir oyendo al terminar el juego. 

Es que la facilidad con la que se puede entrar es admirable y la sencillez con la que no se suelta durante varias horas o cómo permanecemos en el análisis de sus simbolismos junto al feel del jugador, que nunca para de sentir emoción. Ojalá, desde ese nicho, desde esa perspectiva, sigan saliendo juegos tan universales.

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